• Ábside central de Sant Climent de Taüll, hacia 1123

    Esta es una de las obras maestras del románico europeo. Su genialidad reside en la combinación de elementos de diferentes visiones bíblicas –las del Apocalipsis, Isaías y Ezequiel– para presentarnos al Cristo del Juicio Final. Éste aparece desde el fondo provocando un movimiento centrífugo de la composición, en la que domina el sentido ornamental de los perfiles y la habilidad en la utilización del color para dar volúmenes. Por su excepcionalidad y fuerza pictórica, la obra del Maestro de Taüll se ha proyectado a la modernidad y ha fascinado a artistas de las vanguardias del siglo xx, como Picasso o Francis Picabia.

     

     

    Ábside de Sant Climent de Taüll, Maestro de Taüll, hacia 1123

  • Ábside de Àneu, 1090-1120

    La iglesia de Santa Maria d’Àneu, en la época, era la más importante del valle de Àneu y pertenecía a la diócesis de La Seu d’Urgell. La decoración del ábside, de influencia lombarda y adscrita al círculo estilístico de Pedret, con la superposición de temas y motivos del Antiguo y del Nuevo Testamento, cuentan la esperanza de la venida de un mesías que tiene que redimir a la humanidad, tal y como anunciaban los profetas.

    En la parte inferior, dos serafines con tres parejas de alas cada uno, entonan un canto de alabanza al Señor y acercan las tenazas con brasas ardientes a los labios de los profetas Elías e Isaías, para que su palabra se convierta palabra de Dios. Las alas con ojos simbolizan que Dios llega a todos lados. En medio, las cuatro ruedas de fuego del carro de Yahvé simbolizan la presencia del Señor. En la bóveda aparece la Epifanía, con María en Majestad y los Reyes Magos. Los arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, abogados de los pecadores el día del Juicio Final, completan la escena.

     

     

    Ábside de Santa Maria d'Àneu, Maestro de Pedret, finales del siglo XI – inicios del siglo XII

  • Ploraners

    Anónimo castellano. Plañideros, hacia 1295

    Estas tablas decoraban el monumento funerario de Sancho Sáiz de Carrillo, cuya imagen yaciente, una talla policromada, se conserva en el Cincinnati Art Museum d’Ohio. Proceden de le ermita de San Andrés de Mahamud, en Burgos.

    Los plañideros, uno de los elementos decorativos de más éxito en las tumbas de época gótica, llevaban un característico vestido de duelo. Su presencia recordaba el cortejo fúnebre que acompañaba al difunto hasta ser enterrado. Estas imágenes de plañideros y plañideras plasman el momento del duelo, el planctus.

    Las pinturas de Mahamud, de trazo duro y enérgico, se recortan sobre un fondo plano. Contrasta el detalle y el cuidado del artista en las cabezas de las figuras, que lucen cabelleras rizadas, con el tratamiento sin volumen de los cuerpos. En este caso, el protagonismo lo adquieren los ropajes listados y coloridos de los plañideros, que confieren vistosidad, atractivo y modernidad a estas escenas de la época gótica. 

     

     

    Plañideros, Anónimo. Castilla, hacia 1295

  • Confident

    Antoni Gaudí. Confidente, hacia 1904-1906

    Antoni Gaudí, uno de los mejores arquitectos internacionales de finales del siglo xix y principios del xx, fue también un audaz diseñador de muebles, rejas y otras piezas decorativas de algunos de sus edificios. Para las sillas de la Casa Batlló, en el paseo de Gràcia de Barcelona, el arquitecto planteó un tipo de asiento, inédito hasta aquel momento, que busca las formas redondeadas que se ajustan a la morfología humana, prescindiendo de tapizados y de las ornamentaciones superfluas de la época para dejar la forma desnuda.

    Gaudí fue precursor de los diseños ergonómicos, rompiendo con los repertorios académicos y anticipándose al diseño industrial, como hicieron arquitectos coetáneos a él.

     

     

    Confidente, Antoni Gaudí, hacia 1904-1906

  • Sant Càndid

    Ayne Bru. San Cándido, 1502-1507

    Esta tabla, en la que se representa a san Cándido vestido espléndidamente de caballero, podría haber sido una de las puertas del retablo mayor del monasterio de Sant Cugat del Vallès, del que el Museu Nacional d’Art de Catalunya conserva también la Degollación de san Cucufate. Estas son las únicas obras que se conservan de Ayne Bru, una de las figuras más relevantes de la pintura del Quinientos catalán, artista itinerante, de origen y formación centroeuropea con clara influencia de la cultura flamenca, aunque conocedor de la cultura italiana. El aspecto cortesano y el aire humanista de este santo se ha relacionado con el estilo del taller veneciano de Giovanni Bellini, germen de lo que fue la maniera moderna de Giorgione.

     

     

    San Cándido, Ayne Bru, 1502-1507

  • Bitllet de 10 pessetes

    Billete de 10 pesetas de la Generalitat de Catalunya, 1936

    La Guerra Civil comportó numerosos problemas monetarios, como la falta de moneda fraccionaria. La Consejería de Finanzas de la Generalitat de Catalunya, dirigida por Josep Tarradellas, para dar respuesta a esta falta de moneda en septiembre de 1936 decretó un ambicioso plan de emisión de papel moneda de curso legal para toda Cataluña.  Se trataba de crear un auténtico sistema monetario catalán con todos los valores necesarios, c on el aval del tesoro de la Generalitat y al margen del Banco de España, por lo que el Gobierno de la República acabó prohibiéndolo en 1938.

    Se proyectaron varios valores de los que sólo circularon los billetes de 2,5, 5 i 10 pesetas. El diseño se encargó al artista noucentista Josep Obiols y se imprimieron en el Institut Gràfic Oliva de Vilanova i la Geltrú con papel de seguridad especial con marcas de agua. El billete de 10 pesetas estaba impreso en dos tonos de verde y en el reverso se representaron unas barcas de pesca mientras que el anverso común mostraba el escudo de Cataluña al lado de una espiga de trigo y de un martillo –alegorías de la agricultura y la industria- con varios ornamentos de ramas de laurel y de roble. 

     

     

    10 pesetas, Generalitat de Catalunya, 1936

  • Copó de la Cerdanya

    Copón de la Cerdaña, hacia 1195-1200

    Las necesidades del culto y la liturgia determinaban que en cada iglesia hubiera objetos, como copones o ciborios, que podían presentar cierto lujo con revestimientos de oro, plata o con aplicaciones de piedras preciosas. Sin embargo, muchas obras estaban hechas con metales más asequibles como el cobre dorado y a menudo decorado con esmaltes. Limoges, en el centro de Francia, fue uno de los sitios más importantes en la producción de piezas de esmaltes en época románica y sus objetos se encontraban en muchos sitios de Europa. El Copón de la Cerdaña, del que sólo se conserva el cuerpo central formado por dos piezas semiesféricas encajadas, es una de las muestras más antiguas de la llegada de productos de Limoges en Cataluña y es también ejemplo del alcance de las tendencias renovadoras del 1200.

    Doce de las dieciocho figuras representadas, imberbes y poco individualizadas, se han identificado con los apóstoles (son las que llevan un libro) mientras que las otras seis se han considerado profetas o ángeles, a pesar de que no presentan atributos claros.  

     

     

    Copón de la Cerdanya, Anónimo, Limoges, hacia 1195-1200

  • De un vistazo: ¿qué veréis?

    Después de navegar por las 35 obras que os hemos seleccionado, conoceréis de cerca la diversidad y la riqueza de la colección del Museu Nacional: desde el románico hasta las vanguardias; desde la pintura mural hasta los tesoros de monedas; desde el Maestro de Sant Climent de Taüll hasta Salvador Dalí.

    A través de un sugeridor menú que podéis ir saboreando u descubriendo os adentrareis en el catálogo online.

  •  Sant Pau

    Diego Velázquez. San Pablo, hacia 1619

    Se trata de una pintura de juventud hecha por Diego Velázquez, poco antes de entrar al servicio del monarca español Felipe IV. Esta obra se considera fundamental para el estudio de la influencia del realismo pictórico de Caravaggio en España.

    El santo, sentado, lleva túnica y se cubre con un manto grueso. Su cabellera es oscura, la barba canosa y el rostro con profundas arrugas, mientras una aureola de luz alrededor de la cabeza declara su santidad. Muestra un libro que indica su condición de apóstol, y quizá también la de intelectual o filósofo, aunque, arriba a la izquierda, aparece una inscripción que lo identifica claramente: «S. PAVLVS». 

     

     

    San Pablo, Diego Velázquez, hacia 1619

  • Diner episcopal de Vic

    Dinero episcopal de Vic, segunda mitad del siglo XI

    La evidencia numismática y las menciones documentales permiten seguir la actividad emisora de los obispos de Vic en el largo período que va del siglo X a principios del XIV. Las tipologías utilizadas en estas emisiones son muy diversas y tienen en común el predominio de tipos iconográficos religiosos. La pieza más emblemática de la serie, sin duda, es el llamado, ya en la documentación de la época, dinero de los bueyes. Se trata de una de las mejores acuñaciones altomedievales de Europa, tanto por su gran calidad técnica como por la belleza del diseño. En el anverso se muestran los apóstoles san Pedro y san Pablo que sostienen una cruz procesional y en el reverso aparece un hombre que labra la tierra con la ayuda de una pareja de bueyes.

     

     

    Dinero, Obispado de Vic, segunda mitad del siglo XI

  • Dracma de Rhode

    Dracma de Rhode, primer tercio del siglo III aC

    A inicios del siglo III aC, la colonia griega de Rhode empezó a acuñar dracmas de plata, con una cabeza femenina y la leyenda griega Rodeton en el anverso y una rosa en el reverso.

    La cabeza está representada de perfil, adornada con espigas en el peinado y pendientes de triple colgante y un collar. El modelado se hizo según la mejor tradición artística de las cecas griegas.

    Rhode eligió para los reversos de las dracmas una rosa, en una clara alusión al nombre de la colonia. 

     

     

    Dracma, Rhode, primer tercio del siglo III a. C.

  • Eusebi Arnau

    Eusebi Arnau. V Exposició Internacional d’Art de Barcelona, 1907

    La medalla catalana vivió una verdadera eclosión durante el modernismo. El artífice más importante del período, tanto por la cantidad como por la calidad de su producción, fue Eusebi Arnau. La consagración de Arnau como medallista tuvo lugar en la Exposición Universal de Barcelona de 1888 para la que hizo las dos medallas oficiales.

    El Ayuntamiento de Barcelona le encargó, entre otras obras, la pieza que comentamos. Está dedicada a la V Exposición Internacional de Arte de Barcelona celebrada en 1907. De esta medalla destaca el anverso, con el busto de perfil de una joven, con los cabellos sueltos y una corona en la cabeza, que se perfila sobre un fondo en el que se insinúa el escudo de Barcelona. La alegoría de la ciudad, de aires medievalizantes nórdicos, tanto del gusto de la estética modernista, está basada en una escultura suya de 1897 con el mismo tema.  

     

     

    V Exposición Internacional de Arte de Barcelona, Eusebi Arnau, 1907

  • Natura Morta

    Francisco de Zurbarán. Bodegón con plato de membrillos, 1633-1664

    Cuatro membrillos de tamaño natural destacan sobre el fondo negro, mientras un foco de luz modela, desde la izquierda, la fruta, que refleja su color dorado en el borde del metal del plato que la acoge. Debajo a la derecha, en primer término, una tela blanca. El lienzo original está reentelado y los estudios radiográficos llevan a pensar que un día se recortó de otra tela más grande para convertir-la en un cuadro independiente. Quizás se tratara de un detalle de una escena religiosa de interior doméstico con un plato de fruta que aludía a la Redención, frecuente en la producción de Zurbarán. Hay discrepancias sobre la cronología. La factura pictórica y la composición sitúan la tela cerca de los años treinta del siglo xvii, aunque también se podría relacionar con las obras de la última etapa del artista.

     

     

    Naturaleza muerta con plato de membrillos, Francisco de Zurbarán, entre 1633-1635

  • Frontal de Avià, hacia 1200

    Este frontal es una excelente representación del llamado arte del 1200, que se caracterizó por la influencia, en el Occidente cristiano, del arte bizantino renovado en el siglo xii a través de la miniatura inglesa y del arte de los cruzados. El frontal está centrado en la figura de María como Sedes Sapientiae o trono de la sabiduría, con el Niño en el regazo y flanqueada por cuatro escenas de la infancia de Jesús. La influencia estilística de Bizancio es perceptible en el modelado escultural de los cuerpos, en el tratamiento de los rostros en tres cuartos y en los vestigios de decoración vegetal dorada de los fondos. También es de origen bizantino la posición de María en la escena de la Natividad, donde aparece medio sentada sobre un haz de paja.

     

     

    Frontal de altar de Avià, Anónimo, hacia 1200

  • Mare de Déu de la Humilitat

    Giovanni da Fiesole, llamado «Fra Angelico». Virgen de la Humildad, hacia 1433-1435

    En esta obra de la Colección Thyssen-Bornemisza aflora el sentimiento humanista del Renacimiento italiano. La monumentalidad de las figuras, la modulación de la luz y la utilización del color la sitúan dentro del más puro estilo del Cuatrocientos italiano. Se trata de una obra que se ha identificado con la que Giorgio Vasari describió en 1568 en casa de la familia Gondi, en Florencia, cuando formaba parte de un tríptico actualmente desmembrado, que se ha atribuido a Fra Angelico.

    La Virgen, sentada con el Niño de pie sobre el regazo, sostiene con la mano derecha un jarro con rosas y un lirio, símbolos de maternidad y de pureza. El Niño, que también lleva un lirio, apoya la frente sobre la mejilla de su madre. Los acoge un trono protegido con un cortinaje suntuoso que sujetan tres ángeles, mientras otros dos ángeles sentados en el suelo tocan el órgano y el laúd.

     

     

    Virgen de la Humildad, Giovanni da Fiesole (Fra Angelico), 1433-1435

  •  Paisatge nevat

    Isidre Nonell. Paisaje nevado, 1896-1897

    Nonell pasó el verano de 1896 en un balneario de Caldes de Boí. En Boí el artista cierra una etapa dedicada al paisaje y abre otra en que la figura humana ya es la protagonista, inclinándose especialmente por los seres socialmente más marginales y grotescos: cretinos, gitanas, viejos, mendigos... A pesar de que pintó algún paisaje como los que había realizado en Barcelona, lo más destacable de aquel momento son los dibujos protagonizados por cretinos en que por primera vez se manifiesta la personalidad singular y potente de Nonell.

    Teniendo en cuenta que este dibujo es a tinta y con lápiz de colores, podemos aventurar que Nonell lo hizo a su vuelta a Barcelona, a partir de los esbozos que había hecho en Boí, a lápiz. En esta versión definitiva de una cretina con su hijo en un paisaje nevado, enmarcado por la iglesia románica de Sant Pere d’Escunyau, en el valle de Arán, se pone de manifiesto muy especialmente la influencia de la estampa japonesa.

     

     

    Paisaje nevado, Isidre Nonell, 1896-1897

  • Museu Nacional Art Catalunya | Jaume Huguet

    Jaume Huguet. Consagración de san Agustín, hacia 1466-1575

    En 1463 la cofradía de los Curtidores le encargó a Jaume Huguet el retablo para el altar mayor de la iglesia de Sant Agustí Vell de Barcelona. Las extraordinarias dimensiones del mueble, uno de los más grandes de la pintura gótica catalana, y la época de crisis que vivía entonces el país retrasaron la finalización del retablo hasta 1486 y propiciaron la intervención de varios miembros del taller de Huguet, especialmente la de un miembro de la familia Vergós.

    Se conservan ocho tablas de este retablo, siete en el Museu Nacional d’Art de Catalunya y otra en el Museu Marès. La calidad de la composición y de la factura pictórica de la Consagración de san Agustín permite considerarla como obra autógrafa del gran maestro.

     

     

    Consagración de San Agustín, Jaume Huguet, hacia 1463-1470/1475

  • De la sèrie Districte 5è

    Joan Colom. De la serie Distrito 5º, 1960

    La nueva vanguardia fotográfica en Cataluña llega a su culminación estética en los primeros años de la década de 1960, precisamente con el trabajo de un fotógrafo aficionado, Joan Colom, autor de un documento inolvidable sobre el Barrio Chino de Barcelona, que llevaba a las últimas consecuencias las posibilidades formales y poéticas del realismo fotográfico de la nueva vanguardia y que se articulaba con un conjunto de imágenes, a modo de secuencia pseudocinematográfica, que rompía para siempre con la idea de la imagen única.

    Este período será el último momento de hegemonía del reportaje como forma fotográfica de vanguardia. Las condiciones históricas respecto del papel de la fotografía en los medios de comunicación cambiarán a lo largo de la década de 1960 y eso determinará el futuro destino del reportaje. 

     

     

    De la serie Distrito 5º, Joan Colom Altemir, Barcelona, hacia 1960

  •  En quin lloc del cel et trobaré?

    Joan Vilatobà. En quin lloc del cel et trobaré?, no fechado

    La industrialización masiva de la fotografía a partir de los nuevos modelos de cámaras Kodak en 1888 marca el nacimiento del amateurisme y también el de lo que se puede considerar como su complemento y contrapartida elitista, el pictorialismo, entendido como el primer discurso de legitimación artística de la fotografía.

    Ante la estandarización tecnológica y el utilitarismo documental, el pictorialismo propuso el uso de técnicas pigmentarias que evocaban el trabajo manual de la pintura, así como sus temas simbólicos, pintorescos o sublimes, según los paradigmas estéticos del arte moderno del siglo XIX, que se basaban en el principio romántico del genio. De alguna forma introdujeron el concepto de “creación” a la técnica fotográfica, y reivindicaron la figura del fotógrafo como autor e intérprete de la realidad. En este marco, Joan Vilatobà crea una serie de obras que se mueven entre la alegoría simbolista y el costumbrismo y fotografía temas como la vejez, la muerte, el amor..., de las que En quin lloc del cel et trobaré? Es un ejemplo.

     

     

    ¿En qué lugar del cielo te encontraré?, Joan Vilatobà, hacia 1903-1905

  • Agustí Centelles.

    Josep Badosa, Gloriosa Aviación Republicana que tan brillantemente ha actuado en todos los frente, no fechado

    La llegada de la página impresa es un hecho crucial para la definición de la modernidad fotográfica. También es el momento del nacimiento de la fotografía de reportaje, que corresponde a la etapa histórica de la aparición y consolidación de las revistas ilustradas, así como de las cámaras fotográficas de pequeño formato y de nuevos materiales que permitían la toma  a velocidades altas.  

    Hay una relación histórica entre la evolución del fotorreportaje y las guerras. Más concretamente, podemos decir que el reportaje moderno nace durante la Guerra Civil española de la mano de fotógrafos como Robert Capa o Agustí Centelles. Es la primera guerra con una cobertura amplia en los medios de comunicación impresos. No hay que olvidar a Josep Badosa, el primer fotógrafo catalán que adoptó una cámara con película de paso universal, una Leica, en sustitución de las cámaras de placas de vidrio, que fue maestro de Agustí Centelles, a quien contrató como ayudante de 1927 a 1931. La Guerra Civil truncó en 1937 la vida de este pionero del fotoperiodismo moderno. 

     

     

    La gloriosa Aviación Republicana que tan brillantemente ha actuado en todos los frentes, Josep Badosa Montmany, no fechado

  • Printània

    Josep de Togores. Printània, 1922

    Hacia 1917, una generación de artistas unos diez o quince años más jóvenes que los primeros noucentistes, entre los que destacan Josep de Togores, Enric C. Ricart, Francesc Domingo y Joan Miró, se presentan públicamente en Barcelona. A pesar de no tener una estética común, coinciden en rechazar el noucentisme mediterraneista y proclamar su admiración por Paul Cézanne. La mayoría cultivan un arte figurativo que, en algunos casos, se acerca a ciertos planteamientos vanguardistas.

    En 1919, Togores comienza una larga estancia en París y compagina durante un tiempo la práctica artística con la crítica de arte. Algunas de las obras que pinta entonces, como la que comentamos, reflejan un retorno al clasicismo mediterráneo, fruto de su relación con el escultor Aristides Maillol. Con una paleta amplia y colorista, Togores se recrea entonces en la representación de los volúmenes y en el dibujo. 

     

     

    Printania, Josep de Togores, París, 1922

     

     

     

  • Desconsol

    Josep Llimona. Desconsuelo, 1907

    Considerado el mejor escultor del modernismo catalán, Josep Llimona fundó con su hermano Joan el Círculo Artístico de Sant Lluc, entidad que reunió a artistas de fuertes convicciones católicas y conservadoras, como Antoni Gaudí. Este grupo se oponía a las ideas renovadoras de los primeros modernistas, con normas tan estrictas como la prohibición del desnudo.  

    Cuando, finalmente, los miembros del Círculo modificaron esta norma, se produjo una eclosión de la escultura modernista, de la que Desconsuelo se ha convertido en pieza paradigmática. La perfecta factura de la anatomía del cuerpo femenino y, muy especialmente, su actitud melancólica y casta contribuyen a potenciar su adscripción al simbolismo.

     

     

    Desconsuelo, Josep Llimona, Barcelona, 1907

  • Masana

    Josep Masana. Sin título, 1934

    Masana abrió su estudio de Granollers en 1914 y el de Barcelona en 1921. Su principal actividad se centró en la fotografía de encargo, esencialmente el retrato, un género por el que fue considerado uno de los grandes maestros de su tiempo. De sus inicios pictorialistas nos ha dejado excelentes testimonios. Art de la Llum y Arte Fotográfico publicaron algunos de sus trabajos. No obstante, la faceta más innovadora de su trabajo fue la fotografía publicitaria, en la que combinó con audacia la tipografía, el fotomontaje, los juegos de luces y sombras o la sensación de movimiento, apreciable en esta obra.

     

     

    Sin título, Josep Masana, 1934

     

     

     

  • Montserrat cridant

    Juli González. Montserrat asustada, 1940

    A partir de 1936, González, preocupado por los acontecimientos de la Guerra Civil, hizo muchos dibujos que le sirvieron después para esculpir La Montserrat, que se ha convertido en símbolo de la mujer catalana, su dolor y su protesta contra la guerra, además de jugar un papel central en la obra de González desde los años 30 hasta el final de su vida.

    Pasada la guerra retomó el tema y se replanteó esta figura femenina, que grita contra la represión, la injusticia y la barbarie. Realizó dibujos, como el que ahora comentamos, que culminaron en una nueva escultura, Cabeza de la Montserrat gritando, que modeló en yeso y se fundió cuando el artista ya había muerto. Tanto en estos últimos dibujos como en la escultura se muestra la capacidad del artista para reflejar unos sentimientos que van más allá del planteamiento formal de la obra, su propio grito contra la injusticia de la guerra.

     

     

    Montserrat asustada, Juli González, 1940

     

     

     

  • Mare de Déu dels Consellers

    Lluís Dalmau. Virgen de los «Consellers», 1443-1445

    El prestigio de la cultura cortesana borgoñesa y del pintor Jan van Eyck explican que en el año 1431 el rey Alfonso el Magnánimo enviara a su pintor oficial, el valenciano Lluís Dalmau, a Flandes, donde éste pudo conocer de primera mano un nuevo lenguaje realista.

    En 1443, Dalmau recibió el encargo de pintar este retablo para la capilla de la Casa de la Ciudad. En el contexto catalán esta obra fue profundamente innovadora por su formato, por su ejecución técnica, ya que fue pintada al óleo, y por la eficacia ilusionista de un espacio figurativo en que los cinco consellers de aquel año, retratados del natural, se representan a la misma escala que la Virgen y los santos. 

     

     

    Virgen de los «Consellers», Lluís Dalmau, 1443-1445

  • Parella amorosa desigual

    Lucas Cranach. Pareja amorosa desigual, 1517

    La pareja amorosa de edad desigual es un tema de larga tradición que fue uno de los argumentos predilectos de la Reforma luterana, y que Cranach representó a menudo. La tabla, de formato pequeño, presenta la pareja de tres cuartos, sobre un fondo liso en el que no hay ninguna indicación de donde transcurre la escena. La intención moralizadora es evidente: representa el robo, por parte de una chica joven, a un viejo imprudente que pierde el mundo de vista a causa de sus encantos, mientras ella sonríe con satisfacción y mete la mano en la bolsa del lujurioso.

    La obra, perteneciente al Legado Cambó, está firmada y fechada al lado derecho de la chica con el anagrama que el artista utilizó en todas sus obras hasta 1537: una serpiente alada con las alas hacia arriba. A partir de esa fecha, año de la muerte de su hijo Hans, las puntas de las alas pasan a apuntar hacia abajo. 

     

     

    Pareja amorosa desigual, Lucas Cranach (el Viejo), 1517

  • Mesrte de la Conquesta de Mallorca

    Maestro de la Conquista de Mallorca. Pinturas murales de la Conquista de Mallorca, 1285-1290

    Las pinturas murales de la Conquista de Mallorca proceden de la antigua casa señorial de la familia Caldes en la calle de Montcada de Barcelona, más tarde conocida como palacio Aguilar y que actualmente acoge el Museu Picasso. Descubiertas y arrancadas en el año 1961, estas pinturas son uno de los ejemplos más relevantes de la pintura catalana del primer gótico o gótico lineal. Este magnífico ejemplo de pintura de temática histórica narra la conquista de la isla de Mallorca por Jaime I el Conquistador, acaecida en el año 1229. Como si de una crónica pintada se tratara, los episodios siguen la narración detallada en las crónicas medievales catalanas como el Llibre dels Feits del rey Jaime I y la Crònica de Bernat Desclot.

     

     

    Pinturas murales de la conquista de Mallorca, Maestro de la conquista de Mallorca, 1285-1290

  • Majestat Batlló

    Majestad Batlló, mediados del siglo XII

    Las imágenes talladas en madera constituían uno de los elementos fundamentales de la iglesia como objetos de devoción. Una de las tipologías más desarrolladas en Cataluña fue la de las Majestades, imágenes de Cristo en la Cruz que simbolizan su triunfo sobre la muerte, entre las que destaca la Majestad Batlló. Se caracteriza por su carácter solemne, gracias a una composición marcada por la frontalidad y la geometrización, y por el aspecto lujoso de la túnica, que recuerda los refinados tejidos bizantinos o hispanomusulmanes. Esta modalidad contaba con un gran referente, el Volto Santo de Lucca (Toscana, Italia), objeto de un culto extraordinario desde finales del siglo XI.

    Un estudio de la pieza ha permitido descubrir que, bajo la capa actual de policromía, se esconden los restos de otra más antigua (entre cincuenta y cien años más antigua), de la que se ha hecho una reconstrucción virtual (iTunes y Google Play). La decoración visible es sustancialmente a base de tonos azules y rojos, y, en cambio, en la primitiva predomina el rojo mezclado con verde y amarillo.

     

     

    Majestad Batlló, Anónimo, mediados del siglo XII

  •  Il contino

    Marià Fortuny. Il contino, 1861

    Esta obra es una aproximación primeriza de Fortuny a la temática de género y una de las obras de su primera etapa romana en la que demuestra mayor virtuosismo. Delante de la fuente barroca de los jardines de la Villa Borghese dispone a un joven con aire de elegancia afectada y distante, enfatizado por la indumentaria del siglo xviii –casaca, chaleco y camisa–, el espadín y la peluca empolvada. Se trata de una figura que responde a una tipología común en la época, pero a la que Fortuny imprime un sello propio. Su habilidad artística se aprecia en la sutileza con que recrea la transparencia del agua que brota de la fuente, la destreza en la distribución de las sombras o en el espléndido sentido del color.

     

     

    Il contino, Marià Fortuny, 1861

  • La vicaria

    Marià Fortuny. La vicaría, 1870

    Marià Fortuny fue el artista español más importante de su época, después de Goya, y gozó en vida de reconocimiento internacional. Fortuny se hizo especialmente famoso por sus pinturas de género preciosista –la llamada «pintura de casacas»– realizadas con una habilidad técnica prodigiosa, propia de un virtuoso, que representan temas ambientados en el siglo xviii.

    La escena representada en La vicaría es la firma de un contrato de matrimonio, en el que incorpora elementos que muestran su enorme cultura y su fascinación y admiración por Goya. La escena transcurre en un espacio ficticio del que destacan la reja, la luz del techo, la pintura, la biblioteca, el escudo y el brasero, recurso que incluyó en otras composiciones. Respecto a los personajes, destaca el grupo central de los novios, acompañados de los testigos, amigos y familiares, vestidos a la moda del siglo XVIII, cuya elegancia contrasta con el grupo de la derecha, el pueblo llano, simbolizado por un torero y una manola que, en un banco, esperan su turno.  Destaca también el cofrade que mendiga para las almas del purgatorio, el capellán y un personaje con gafas, sentado en un rincón.

    Esta versión de La vicaría, la segunda que realizó Fortuny, es la culminación de su quehacer artístico y el mejor testimonio de su virtuosismo con los pinceles, de su interés por el pasado y por el rigor y erudición, cualidades que colocaron a Fortuny en un puesto destacado del arte de su tiempo. La vicaría tuvo un gran éxito en París, donde el pintor de Reus se convirtió en uno de los artistas más codiciados por los coleccionistas americanos de la época. 

     

     

    La vicaría, Marià Fortuny, Roma 1868-1869. París 1870

  • Museu Nacional Art Catalunya | Mare de Déu dels Àngels i Sants

    Pere Serra, Virgen de los Ángeles y santos, hacia 1385

    Esta espléndida tabla central y los dos cuerpos de  predela c on santos (que en su día debían de flanquear un sagrario) son las únicas partes conservadas de un retablo. Dedicado a la Virgen María, fue pintado para una de las capillas de la girola de la catedral de Tortosa, probablemente hacia la década de los años ochenta del siglo xiv.

    El compartimento de la Virgen con el Niño rodeados de ángeles músicos es una versión de gran delicadeza y refinamiento de un tipo iconográfico que gozó de una fortuna inmensa en la época.

    Pere Serra, el autor del retablo, perteneció a una familia de pintores que acabaron encabezando la pintura catalana de la segunda mitad del siglo xiv.

     

     

    Virgen de los Ángeles, Pere Serra, hacia 1385

  • Ramon Casas i Pere Romeu en un automòbil

    Ramon Casas. Ramon Casas y Pere Romeu en un automóvil, 1901

    Pintura singular del modernismo catalán que representa al propio Ramon Casas y Pere Romeu, propietario de la famosa cervecería “Els Quatre Gats”, conduciendo un automóvil, vehículo propio del siglo xx, que decoraba la pared principal de la famosa cervecería. En 1901, esta tela sustituyó a otra en que los mismos personajes pedaleaban en un tándem, con la silueta de Barcelona al fondo. Ambas obras han acabado siendo de las más emblemáticas del modernismo catalán.

    La finalidad decorativa de las dos pinturas, su tono humorístico y el estilo, las acerca a la técnica del cartel, género en el que Ramon Casas había adquirido un gran prestigio, acercándose a la estética del art nouveau y al arte del gran cartelista francés Toulouse-Lautrec.

     

     

    Ramon Casas y Pere Romeu en un automóvil, Ramon Casas, Barcelona, 1901

  • Retrat Pablo Picaso

    Ramon Casas. Retrato de Pablo Picasso, hacia 1900

    Casas retrató a un Picasso joven, tenía 19 años, en París, cuando ambos visitaron la Exposición Universal de 1900. En el segundo término de este retrato reconocemos París, a través de algunos de sus monumentos emblemáticos, como el Sacré-Coeur o las aspas del Moulin de la Galette.

    Figura emblemática del primer modernismo catalán, Ramon Casas encabeza, al lado de otros artistas, el movimiento de renovación de las artes figurativas catalanas de finales del siglo XIX y principios del XX. Sus excelentes cualidades artísticas se ponen de manifiesto en este dibujo de la célebre galería de retratos donada por el autor a la Junta de Museos en 1909 y en la que fijó la imagen de las grandes personalidades (artistas, músicos y políticos) de la sociedad de su tiempo. 

     

     

    Retrato de Pablo Picasso, Ramon Casas, hacia 1900

  • Retrat del pare i germana de l’artista

    Salvador Dalí. Retrato del padre y hermana del artista, 1925

    En esta obra, una de las más representativas de la época de juventud de Salvador Dalí, el artista abandona la preocupación por la composición y el color e inicia una etapa que se puede considerar uno de los períodos más equilibrados de su producción artística, a pesar de que, según cuenta él mismo, fue una etapa vivida de manera exaltada y frenética.

    En este dibujo, el padre, representado de tres cuartos sentado de perfil mirando a la derecha, recuerda a la misma figura del retrato al óleo que Dalí pintó  unos meses más tarde, también conservado en el museo. Llega a una depuración de la línea, que se pone de manifiesto en el detalle de los rostros, que trabaja con gran delicadeza, particular forma de hacer que más adelante y ya para siempre, caracterizará sus obras surrealistas.

     

     

    Retrato del padre y la hermana del artista, Salvador Dalí, 1925

  • Tresor de Sant Pere de Rodes

    Tesoro de Sant Pere de Rodes

    En 1989 se localizó un tesoro de monedas en el subsuelo de una estancia e la planta baja de la llamada casa del abad, en el monasterio de Sant Pere de Rodes (Alt Empordà). La extraordinaria composición monetaria del tesoro, la excelente calidad de conservación de las monedas y el hecho de que el hallazgo procediera de un contexto arqueológico preciso convierten al tesoro de Sant Pere de Rodes en uno de los grandes descubrimientos numismáticos de los últimos años en Cataluña.

    Está integrado por 658 monedas, de las que 348 son de oro y 310 de plata. Las piezas habían sido depositadas con cuidado en un bote de boticario de cerámica vidriada, dispuestas en cartuchos. En la parte inferior del bote había el numerario de plata mientras que en la parte superior había el de oro. El tesoro contenía monedas acuñadas a partir de la segunda mitad del siglo XIV, pero las piezas más modernas indican que la ocultación se debió de producir hacia 1520-1530, en tiempos del abad Ferran Ram (1509-1532). 

     

     

    Tesoro de Sant Pere de Rodes, varias autoridades, primer cuarto del siglo XVI

  • Natura Morta

    Toni Catany. Naturaleza muerta #136, 1987

    Entre todos los géneros cultivados por Toni Catany, la naturaleza muerta es el que más a menudo se ha asociado a su nombre. Las composiciones florales en color realizadas principalmente durante los ochenta le dieron a conocer internacionalmente.

    Catany se acercó a la naturaleza muerta en los setenta, cuando exploró las posibilidades del calotipo, entre otras cosas porque el tema, inmóvil por naturaleza, le permitía las largas exposiciones que requiere esta técnica.

    Generalmente el punto de vista es frontal, con el objeto principal de la composición en el centro y ocupando la mayor parte del cuadro. Los detalles que acaban dando sentido a la imagen se descubren la deslizar la mirada por el resto del cuadro, mientras nos dejamos seducir por la estética. Reflejos en un espejo, una pantalla de cristal, tul vaporoso, juegos de claroscuros se van descubriendo entonces. 

     

     

    Naturaleza muerta, # 136, Toni Catany, 1987