Artista extern
Artista extern
A les 12h
Esteban Feuni de Colombi (Buenos Aires, 1980), creador multidisciplinario, autor de libros, películas, obras de teatro, performances, caminatas, objetos y canciones, recoge la invitación de participar en el programa Guèisers y decide visitar el museo regularmente, casi a modo de ritual, durante casi un año. Sus paseos por Montjuïc y por el museo lo ponen en contacto no solo con el arte que hay en las salas sino también con lo que ocurre en el exterior del museo y empieza a conversar con los músicos, dibujantes y performers que trabajan en la calle, frente al museo. En el umbral entre lo que hay afuera y lo que hay adentro nace la acción que propone.
“Artista externo es lo que ponía en la credencial que me dieron en el MNAC en enero, cuando se confirmó mi participación en el proyecto. Y ahora, en bastardilla, porque lo elegí como título de lo que haré allí dentro, cuando lo haga: Artista externo.
La credencial me permite entrar gratis al museo durante todo el 25. Una ofrenda divina que agradezco cada vez que voy, dos o tres por mes. Como en un ritual, llego por las escalinatas del costado, después de esquivar la escultura de Mistral, el hombre más alto de la ciudad. Como en un ritual, entro por las salas del románico, mi perdición, converso en silencio con las figuras de los frescos y a viva voz con quienes las vigilan. Como en un ritual, cada visita se convierte en un texto.
De tanto ir –la mirada, si insiste, es virtualmente loca, dice Barthes–, descubrí que la explanada exterior del museo funciona como un teatro al aire libre, un escenario en el que músicos y pintores performean a cualquier hora a lo largo del día, sea verano o invierno, para disfrute de miles de turistas. Empecé a sentir que eran ellos los verdaderos artistas externos. Nunca mejor dicho. A veces lo metafórico cae por el peso de lo literal. Charlé con varios y, al cabo de unas pláticas, me pareció justo, y en cierta medida un gesto conceptual, que esos músicos y pintores fueran los protagonistas de mi acción, que se volvieran “internos” por un rato.
Sin ponerme teórico, porque nada me excita menos, entendí que yo también era (soy) un artista externo que se inmiscuía (inmiscuye) en la rutina interna de un museo para crear sus cosas a partir de un encargo. Me hacía más ruido lo de artista que lo de externo, pero eso da igual, es una tara mía. Creo que lo importante pasa por profundizar en la cualidad “externa”, en la fertilidad de la periferia, de los bordes, de la marginalidad, del roce de todo eso e invertir algunos contextos. “Jamás tan cerca arremetió lo lejos”, escribió el poeta peruano César Vallejo, un verso que viene de perlas para volver más enigmático el enigma.
Y de eso va, me parece, Artista externo. Elegí a cuatro personas muy talentosas y perseverantes que dejarán el escenario de la calle para intervenir en los distintos escenarios del museo, cuyas paredes seguramente jamás vieron a un acuarelista chino pintar mudras cristianos o a una contorsionista argentina llenar con sus movimientos los faltantes en las pinturas de Santa Maria de Taüll. De eso se trata, quizá: de frotar una superficie lisa con una superficie rugosa porque del frotado surgirá, sin lugar a dudas, algo nuevo, algo atractivo, algo discordante.”
