Esta exposición ofrece un diálogo inédito entre las asombrosas obras de Josefa Tolrà y Madge Gill. Dos mujeres vinculadas a los saberes esotéricos y a la metodología del acto creador guiado por el automatismo del trance psíquico: La mano guiada.

La creatividad de las dos artistas está conectada a las espiritualidades utopistas de principios del siglo xx en Europa —espiritismo, teosofía y antroposofía— e integrada en un cristianismo de base social. Su experiencia visionaria se inicia en la comunicación con «seres de luz», las almas, y revierte en una misión de vida que les permite ayudar a quienes lo necesitan a través de dibujos y predicciones. Una actividad que les aporta el sosiego interior y la emancipación en su edad más madura. Nunca comercializan sus obras.

Sin formación artística ni literaria, sus creaciones ocupan un más allá de la historia del arte. Ellas recuperan los saberes y la creatividad de las mujeres —dibujos, dietarios, bordados—, conectan con la función ancestral y sanadora del arte —producción no comercial—, renuncian a la noción de autoría —sólo son médiums—, aplican conocimientos esotéricos —astrología, péndulo, magia, lectura del aura, meditación activa— y ofrecen a las generaciones del siglo xxi inspiración para transformar el mundo desde una nueva ola del feminismo.

Ambas coinciden en duelos y procesos creativos, dibujan y bordan en las horas nocturnas, sin modelo ni pausas. Utilizan alfabetos encriptados y sus mensajes son pacifistas, místicos, feministas y científicos. La exposición da comienzo con las obras más ínfimas y corporales, postales y libretas; a continuación, las grandes figuras de los «seres de luz» nos acompañan en un recorrido entre miradas profundas, arquitecturas fractales, caligramas poéticos, espirales cósmicas, tiempos cuánticos, bordados de energía etérea y aliento místico. No hay principio ni fin en esta eterna y humana representación de lo invisible.

Pilar Bonet Julve

Josefa Tolrà Abril nació el 6 de enero, bajo la constelación de Capricornio. Es la médium y artista catalana más representativa del arte visionario de la primera mitad del siglo xx.

De familia campesina, de joven trabajó en una fábrica donde pudo relacionarse con anarquistas y espiritistas. Casada con Jaume Lladó, tuvo tres hijos: Joan, Maria y Pere. El menor murió en 1924 y el primogénito en un campo de prisioneros al final de la Guerra Civil. Estos duelos la recluyeron en un vacío de depresión, pero nunca recibió atención clínica o medicación.

Se inicia en el dibujo en su madurez y guiada por los espíritus: «Sólo cuando dibujo me siento en paz». El espiritismo y la teosofía le permiten acceder a una trascendencia sanadora. Josefa percibe el aura y se comunica con los muertos, entre ellos el poeta Jacint Verdaguer, el científico Pasteur o la mística Teresa de Jesús. En pocos años realiza centenares de dibujos, ilustra libretas con poemas, novelas o reflexiones científicas y morales. Partiendo de una espiral, el dibujo nos remite a lo etéreo: figuras angélicas, mapas planetarios, jardines del Edén, episodios bíblicos, temas costumbristas y retratos. Los artistas del grupo Dau al Set, en especial Joan Brossa, la visitaron. Firma obras como «Dibujo fuerza fluídica» y su rúbrica.

Su hija Maria se dedicará a su cuidado y compañía, facilitando la actividad creativa de la artista. Josefa Tolrà «desencarnó», en términos espiritistas, a los 79 años. Su legado se presentó en La Biennale di Venezia del 2022 y actualmente se encuentra en colecciones y museos internacionales.