La exposición desvela el archivo del artista Hermen Anglada Camarasa, dado por su familia. La premeditación con la que genera su archivo nos descubre una personalidad antibohemia en tiempos de bohemios, que controla y planifica su carrera artística. El fondo documental está integrado por correspondencia personal, cuadernos, álbumes de prensa y fotografías hechas por Anglada que revelan su proceso creativo. El discurso expositivo nos muestra el archivo en relación con obras del artista, una muestra de naturaleza híbrida que invita al espectador a pasear por un archivo fuera del archivo y a conocer el artista a través de la documentación que él generó. El fondo documental, recientemente inventariado por el Archivo del museo, nos revela la importancia de Anglada Camarasa, el artista catalán con mayor dimensión internacional entre Marià Fortuny y Joan Miró.
FONDO DOCUMENTAL
Cada una de las vitrinas que sigue se corresponde con la clasificación del archivo Anglada Camarasa. Se trata de un conjunto formado por cuadernos y documentos personales, dossieres de prensa y, sobre todo, fotografías realizadas por el propio artista. Todos los documentos expuestos a continuación son sólo una selección del archivo ingresado en el Museu Nacional que permite mostrar su riqueza y diversidad.
El dossier de prensa
El sentido profesional de Anglada se vuelve evidente cuando en 1900 encarga a una agencia de prensa que realice el seguimiento de todas las críticas. de sus exposiciones nacionales, pero también internacionales. Las críticas, recortadas y pegadas, se coleccionaron en álbumes debidamente indexados.
Documentos personales
En este espacio se exponen varios documentos de índole más personal, como certificados, invitaciones o tarjetas de visita, pero también otros de carácter profesional relacionados con su actividad comercial en la medida en que el artista era su propio marchante.
Los cuadernos
Este conjunto de seis cuadernos manuscritos combina el contenido profesional con el personal, e incluye desde listados de obras hasta direcciones de contactos. El nivel de detalle de su contenido revela hasta qué punto llevaba un control sobre su red de relaciones y su producción artística.
La fotografía
Un número importante de obras de Anglada se inspira en fotografías, la mayoría, tomadas por el propio artista. Trabajaba a partir de conjuntos seriados agrupados por temas y, en ocasiones, realizaba ampliaciones o encuadres, a la manera de los fotógrafos profesionales. En su archivo se conservan centenares de imágenes que dan testimonio de hasta qué punto la fotografía tuvo un papel relevante en su creación artística.
CLASIFICACIÓN ANGLADA
En este espacio, las obras se agrupan según las categorías que Anglada Camarasa fijó en el Cuaderno azul: Figura, Paisaje, Flores y frutos, Noche de París y Notas y estudios. El contenido de cada vitrina incluye documentos del archivo, de distintas tipologías, que se relacionan con las agrupaciones de obras del artista. Hermen Anglada Camarasa, Naturaleza muerta bajo una parra, 1934. Museu Nacional d’Art de Catalunya Hermen Anglada Camarasa, personas sentadas bajo una parra,
Lo que Anglada denomina “figura” integra uno de los temas troncales de su creación artística, el retrato femenino, que cultivó a partir de tipologías muy diversas, desde las gitanas hasta las mujeres de alta sociedad, siempre a partir de un lenguaje personalísimo. En esta línea, también construyó un bestiario muy singular, en el que destacan animales como los gallos o los caballos, que trabajó de forma casi obsesiva.
Entre las diversas tipologías de paisajes de Anglada destacan los que realiza en Mallorca y, más concretamente, en la zona de Port de Pollença, tanto de montaña como de la zona costera, con un tratamiento lumínico singular del mar y de los celajes. También inmortalizó algunos paisajes de fondos marinos, de cromatismos extremos, que el artista observaba a través de un utensilio denominado mirafondos.
Sobre todo a partir de sus estancias en Mallorca, Anglada se interesó por las flores, las plantas y la jardinería en general. Los jarrones de flores comparten exuberancia cromática con las naturalezas muertas, otro tema importante de Anglada, en ocasiones situadas en emparrados, estructuras que cautivaron al artista debido a su peculiar efecto de filtración de la luz.
Durante su primer período parisino, Anglada desarrolla un estilo de lo más personal a partir de visiones de la Belle Époque, en su vertiente más frívola y delicuescente. Son composiciones enmarcadas en un singular postimpresionismo, a menudo en escenas nocturnales, donde se combina el arabesco curvilíneo con una expresión a menudo casi matérica.
Anglada fue un artista muy meticuloso en su proceso creativo, y de muchas de sus obras definitivas se conocen abundantes estudios preparatorios. Sin embargo, debido a su método de trabajo, a menudo resulta complicado distinguir si un estudio no es, en realidad, una obra terminada. Este hecho se da sobre todo en las pinturas al óleo. Se conoce una gran cantidad de dibujos preparatorios, a menudo focalizados en detalles concretos.
Cuaderno azul
El control sobre su obra lo llevó a redactar un cuaderno en el que inventariaba las obras que deberían integrar una exposición antológica, estableciendo una categorización a partir de temáticas y géneros artísticos. Este cuaderno tiene una cierta voluntad canónica en la medida en que el artista efectúa una elección personal, y siempre con un gran nivel de detalle. En 1904, Anglada realizó un viaje a la Bretaña, Francia. Durante el trayecto tomó varias fotografías de la cubierta del barco —que hizo ampliar—, que son la base de un par de pinturas. Este conjunto presenta toda la secuencia de positivos fotográficos, ampliaciones y pinturas finales, que muestra el proceso creativo del artista. Durante gran parte de la Guerra Civil, Anglada se instaló en el monasterio de Montserrat, donde aprovechó para pintar una serie de paisajes de gran originalidad. Cuando tuvo que exiliarse a Francia, tras la entrada de las tropas franquistas a Cataluña, se llevó enrollada esta pintura que representa un paraje de la montaña, a modo de recuerdo de su país. Cuaderno azul, AMNAC. Fondo Hermen Anglada Camarasa 12 Entre los años 1911 y 1914 Anglada realizó un conjunto de retratos femeninos de cuerpo entero y de gran formato, entre los que destacan la Granadina y La Sibila. En ambas la modelo se cubre con un gran mantón, pero La Sibila destaca por su iluminación verdosa y un aire de misterio. Se conocen diversas fotografías, en diversas posturas, de la modelo de la Granadina. El caballo es uno de los animales que más interesó a Anglada desde el punto de vista plástico. Este interés se inició a principios de siglo, y los habría visto en mercados o en otros lugares parisinos. A menudo mostró curiosidad por partes de su anatomía, como la grupa, y realizó una gran cantidad de fotografías, incidiendo en aquellas posituras que más le interesaban plásticamente. El gallo es uno de los animales predilectos del bestiario de Anglada, y se conocen varias obras de esta temática, entre las que destaca Vendedor de gallos, del año 1904. Anglada tomó muchas fotografías de estos animales, normalmente en mercados, e incluso realizó algunas ampliaciones de aquellas imágenes que más le gustaban. Desde muy al principio, el mundo gitano apareció en la obra de Anglada y, de hecho, son los protagonistas de una de sus pinturas más relevantes, Danza española (c. 1901), que fue adquirida por el célebre coleccionista ruso Ivan A. Morozov. Este dibujo es un trabajo preparatorio de la obra, que actualmente se encuentra en el Museo del Ermitage, en San Petersburgo. A raíz de un viaje a Valencia con el músico Eduard López-Chávarri, Anglada se interesó por el folclore valenciano, y llegó a adquirir trajes y aperos de ganado, atraído sobre todo por su fuerza cromática. Estos temas valencianos adquirieron de inmediato relevancia en su obra y, en general, eran de dimensiones superiores a las pinturas que, en paralelo, todavía realizaba en París.