• Jaime el Mayor

    Jaime el Mayor, llamado así para distinguirlo del otro apóstol homónimo, cuenta con un papel destacado en los evangelios y muere decapitado a Jerusalén. Una gran relevancia le viene dada a partir de la leyenda que le considera evangelizador de la península Ibérica y sitúa su sepulcro a Santiago de Compostela, lugar que, por ese motivo, a la edad media se convierte en uno de los principales centros de peregrinación.

     

    En relación con ésta historia, su imagen más frecuente es la de un peregrino, con sombrero de alas anchas adornado con la concha (venera jacobea), un bordón y el zurrón, entre otros elementos.

     

     

     

  • Quien es quien. Santos y protagonistas de la colección de arte gótico

    A lo largo de la Edad Media, los santos fueron considerados personalidades virtuosas y excepcionales, vinculadas con la divinidad, razón por la cual fueron fuertemente venerados y admirados.
     
    Como consecuencia de ello, gozaron de una presencia destacadísima en las representaciones artísticas y así lo constata la colección de arte gótico del museo.
     
    Pero, ¿como podían ser identificados por los fieles en una época en la que no existían medios como la fotografía y, por lo tanto, sus representaciones no eran un retrato? Pues cada santo era caracterizado por uno o varios elementos relacionados con su vida o martirio, conformando un código tan sencillo como efectivo a ojos del espectador medieval. Son lo que denominamos atributos.

     

     

     

     

  • San Antonio Abad

    Es un santo de origen egipcio que gozó de mucha popularidad en Occidente medieval. Se retiró pronto al desierto, donde pasó la mayor parte de su vida en soledad. Entre los episodios más conocidos, destacan las tentaciones diabólicas que sufrió o la visita que hizo a san Pablo ermitaño. Bajo su invocación, en la alta edad media, aparece el orden religioso de los antonianos, que está especializado en la curación de enfermedades contagiosas.

     

    Normalmente, san Antonio aparece como un anciano barbudo, vestido con ropa de saco y capuchón, indumentaria propia de los monjes de su orden. Sus atributos privativos son el báculo en forma de “tau”, la campanita, el cerdito y las llamas del “fuego de san Antonio” (ignis sacer) o fuego sagrado, en alusión al ergotismo gangrenoso que curaban los antoninianos. En ocasiones, se representa recibiendo el tormento de los demonios que se le aparecieron en el desierto, uno de los episodios más conocidos de su vida.

     

     

     

  • San Esteban

    A consecuencia de sus prédicas, Esteban fue acusado de blasfemia contra Moisés. Por eso, los líderes judíos lo lapidaron y lo convirtieron en el primer mártir del cristianismo. Por esta razón se le conoce como “Protomártir”.

     

    Normalmente, san Esteban es representado como u joven barbilampiño, tonsurado y vestido como un diácono, con dalmática y estola. Como mártir, lleva la palma y, entre sus atributos más representativos, está el libro, que alude a la defensa que hizo de la palabra de Dios, y la piedra o piedras, que hacen referencia a su lapidación.

     

     

  • San Juan Bautista

    Hijo de santa Isabel y, por lo tanto, primo de Jesús, Juan es considerado el último profeta antes de la llegada del Mesías y, por este motivo, de le denomina "Precursor". Su sobrenombre más conocido deriva de su actividad como bautista en la orilla del río Jordán, donde bautizó a Cristo reconociéndolo como hijo de Dios. Juan murió decapitado a instancias de Salomé, hija de Herodías y sobrina de Herodes, quienes lo encarcelaron por denunciar su unión incestuosa.
     
    Su representación es la propia de un anacoreta, es decir, aquel que vive en el desierto, dedicado a la oración y la penitencia. Por eso suele ir vestido con una túnica de pieles. Uno de sus atributos más destacados es el cordero, relacionado con su denominación de Cristo como el cordero de Dios. El cordero puede estar recostado sobre un libro o puede aparecer contenido en un flabel o estandarte circular, lo cual es habitual en el arte catalán.
     
     

     

  • San Juan Evangelista

    Hermano de Santiago el Mayor, Juan es considerado a la vez apóstol, el más joven de todos y el favorito de Jesús, y evangelista, en tanto que escritor de uno de los cuatro evangelios durante su destierro en la isla de Patmos.
     
    En el arte de Occidente, Juan se distingue fácilmente del resto de los apóstoles por su juventud y por el echo de no llevar barba. Sus atributos más habituales son el libro y el águila. El libro hace alusión a su faceta de escritor, tanto del evangelio como del Apocalipsis, escrito también en Patmos, mientras que el águila es el símbolo del Tetramorfos. A menudo también sujeta una copa, que contiene una serpiente o un dragón, en referencia al intento frustrado de envenenamiento que sufrió en tiempo del emperador romano Domiciano.
     

     

  • San Miguel

    Miguel forma parte del grupo de los arcángeles, de entre los cuales es el más poderoso. Se e considera el jefe de la milicia celestial, que lucha contra los ángeles rebeldes y contra el dragón apocalíptico de las siete cabezas. También se le atribuye la faceta de psicopompo, ocupado con el pasaje de las almas el día del Juicio Final.

    Como defensor de la Iglesia, suele vestir como soldado o caballero y suele ir armado con una lanza o una espada. Al igual que San Jorge, a menudo suele figurarse matando al dragón, pero a diferencia de Jorge, Miguel siempre lleva alas. En relación a su tarea de juez se le presenta también con una balanza, pesando buenas y malas acciones.

     

     

     

  • San Pablo

    Saulo, judío de Tarso y perseguidor de cristiano, se convirtió al cristianismo cuando, en un viaje a Jerusalén a Damasco, cayó del caballo, a causa de la aparición de Cristo, que lo dejó ciego transitoriamente. Desde entonces adoptó el nombre de Pablo, que significa humilde.

    Generalmente se le representa calvo y con una barba larga. Su atributo principal es la espada, en referencia a su decapitación en Roma, acaecida, según la tradición, el mismo día del suplicio de San Pedro.

     

     

     

  • San Pedro

    San Pedro es considerado el príncipe de los apóstoles, el vicario de Cristo en la Tierra o el portero del Cielo. Llamado Simón, junto con su hermano san Andrés, fue llamado a seguir a Jesús y, desde entonces, tomó el nombre de Pedro, en alusión metafórica a la piedra sobre la cual Cristo quiso edificar la Iglesia. Fue el primer obispo de Roma y murió mártir el mismo día que san Pablo, a quien se le asocia a menudo, crucificado cabeza abajo.
     
    Pedro suele tomar el aspecto de un anciano de cabellos grises tonsurados y barba corta rizada. Su atributo característico son las llaves del reino del Cielo que le promete Cristo en el evangelio, si bien, como apóstol también suele llevar un libro en la mano. Además, como se considera que Pedro es el primer papa de la Iglesia, suele mostrarse vestido de pontifical, a menudo con la tiara papal de tres coronas o triregnum.
     
     

     

  • San Vicente

    Nacido en Zaragoza, Vicente fue diácono del obispo Valeri y fue martirizado en Valencia durante la persecución del emperador romano Diocleciano, alrededor del año 300. Las fuentes le hacen víctima de múltiples tormentos: fue flagelado, esgarrado por garfios de hierro sobre una cruz en aspa y, después, quemado a la parrilla, mientras los soldados le tiraban sal en las heridas. Privado de sepultura, su cuerpo fue lanzado a las fieras, pero un cuervo lo ayudó a salvaguardarse. También fue lanzado al mar con una piedra de molino al cuello, pero milagrosamente su cuerpo flotó.

    Como san Esteban, san Vicente aparece como un joven diácono vestido con la dalmática y con la palma de mártir. De otro lado, generalmente, sus atributos tienen relación con su pasión: la piedra de molino, la cruz en aspa, la parrilla...

     

     

     

  • Santa Bárbara

    Según la leyenda, Bárbara fue una santa oriental a quien su padre encerró en una torre de dos ventanas para evitar su conversión al cristianismo. Pero la santa acabó encontrando la manera de convertirse y de bautizarse, hecho por el cual abre una tercera ventana a la torre en alusión a la Trinidad. Por este motivo, sufrió una cruenta pasión llena de tormentos.

    Santa Bárbara tiene una imagen bastante consolidada. Normalmente se representa con la palma, que la identifica como a mártir; con la corona, por su condición de noble, y con la torre, que puede tener dos o tres ventanas, como atributo. 

     

     

     

  • Santa Catalina

    Según la leyenda, Catalina fue una noble de Alejandría cuyo padre quería obligarla a casarse con el emperador romano. En defensa de su fe y de su “matrimonio místico” con Cristo, pero, ella se negó y, por ello, fue sometida a toda una serie de torturas, de las cuales surgió indemne, hasta que finalmente murió decapitada.

    Como la mayoría de santos mártires suele acompañarse de la palma y, en relación con su leyenda, adopta el aspecto de una dama noble, a menudo coronada. Sus atributos más universales son la rueda de puntas rota y la espada, en alusión a uno de los tormentos más conocidos que sufrió y a su muerte. A veces aparece pisando una figura masculina coronada, el emperador, a quien rehusó y que fue quien la sometió a martirio.

     

  • Santa Clara

    Santa Clara es la fundadora de la rama femenina de los franciscanos, conocidas también como a Clarisas. Nacida en Asís, en el seno de una familia noble, de joven decide distribuir sus bienes entre los pobres y seguir San Francisco. Pasa su vida en el convento de San Damiano de la ciudad, como abadesa, fiel a los preceptos de pobres de su regla. Santa Clara fue santificada tan solo dos años después de su muerte, que ocurrió en 1253.

    Santa Clara suele vestir el hábito de las Clarisas, con el cordón de tres nudos, y se caracteriza como a abadesa, con el báculo y el libro de la regla de su comunidad. Uno de sus atributos más generalizados es la custodia con la que, según fuentes, ahuyentó una columna de atacantes sarracenos de San Damiano.

     

     

     

  • Santa Úrsula

    Hija del rey cristiano de Gran Bretaña, Úrsula fue pedida en matrimonio por un príncipe pagano. Para casarse, puso una condición: que su prometido se bautizara y que le acompañase a una peregrinación en Roma. La joven inició el viaje junto a once mil vírgenes y, durante la vuelta, a Colonia, toda la comitiva murió asaltada a manos de los Hunos.

    Santa Úrsula va vestida ricamente, en consonancia con su condición de princesa. Generalmente aparece con la palma de mártir y con un arco y/o una saeta, en referencia a su trágica muerte. 

     

     

     

     

  • Santo Domingo

    Nacido a Caleruega (Burgos), san Domingo fue el fundador de la orden de los dominicos, o predicadores, que obtuvo el permiso papal el año 1216. Fue canonizado rápidamente, pocos años después de haber muerto, el 1234. Una de sus facetas destacadas fue su lucha contra la herejía, motivo por el cual se traslado a Tolosa para combatir los albigenses.

    El santo se suele representar tonsurado y vestido con el hábito bicolor del orden, de túnica blanca y mantel negro, símbolos de pureza y austeridad. Entre los atributos más representativos de san Domingo destacan el libro, común en otros santos,  y la rama de lirio, utilizada también para identificar los santos franciscanos Francisco de Asís y Antonio de Padua.