Los frescos de Carracci

El banquero castellano Juan Enríquez de Herrera adquirió en 1602 un espacio en la iglesia de Santiago de los Españoles de Roma para fundar allí una capilla votiva dedicada a san Diego de Alcalá, con el fin de agradecerle la curación de un hijo suyo. La decoración mural fue encargada a Annibale Carracci, uno de los pintores más destacados de la época, que empezó a trabajar en ella dos años más tarde. Diseñó las pinturas y dirigió los trabajos hasta que enfermó. Sus ayudantes y colaboradores terminaron la obra, hacia finales de 1606. En ella se representan la vida y los milagros de san Diego, la Asunción de la Virgen María y los apóstoles alrededor del sepulcro vacío.
En 1818 la iglesia se desacralizó, y unos años después se arrancaron los frescos y se traspasaron a lienzo. La mayoría de las pinturas murales abandonaron Roma en 1850. Actualmente se conservan en el museo y en el Museo de Prado.
Véase las obras del conjunto que se conservan en el museo