De precursores a ciegos
En el concepto cristiano de la Historia de la Salvación, los denominados Antiguo y Nuevo Testamento están indisociablemente unidos. De ahí que destacados monarcas y profetas judíos fueran materia habitual de la iconografía cristiana, donde se representaron como prefiguraciones de la Nueva Ley. Frente a esta visión positiva, desde el siglo XIII los teólogos cristianos desarrollaron una actitud claramente beligerante al incidir negativamente en la incapacidad de los judíos para aceptar la naturaleza divina de Jesús. Las imágenes, como los textos, se hicieron eco de esta polémica mediante la explícita metáfora de la ceguera de los judíos, un tema que conoció una gran difusión y que fue reproducido en todo tipo de obras y soportes. Pese a que un buen número de autoridades siguieron defendiendo que la conversión al cristianismo de los judíos era posible, la recreación figurativa de esta ceguera abrió paso a la construcción de su alteridad. Con su negación del Mesías, el judío empezó a convertirse en el Otro.
Matfre Ermengaud, Breviari d’amor
El prejuicio cristiano de la ceguera judía se manifiesta en un amplio ciclo de imágenes del Breviari d’amor, un texto de carácter enciclopédico compuesto por el franciscano Matfre Ermengaud hacia 1288. La obra alcanzó una gran difusión durante los siglos XIV y XV en el sur de Francia y en Cataluña, ámbito del que proceden suntuosos ejemplares iluminados. En algunos códices, como el conservado en la British Library, el texto catalán se acompaña de la traducción al hebreo de aquellos pasajes bíblicos que, según el autor, los judíos se niegan a aceptar como profecías del advenimiento del Mesías. Las imágenes enfatizan esta mala lectura y la explican por la intervención del diablo.
“La ceguera de los judíos”, en Matfre Ermengaud de Béziers, Breviario de amor, h. 1375-1400
Pergamino iluminado, 365 x 250 mm
Londres, British Library, ms. Yates Thompson 31, fol 132r
La Iglesia y la Sinagoga
Teólogos y dirigentes de la Iglesia medieval suscribieron la idea de la necesidad de la existencia del pueblo judío dentro del orden cristiano para recordar al mundo su obstinación, su ceguera al no reconocer al Mesías. Seguían así los postulados de san Pablo y san Agustín, quienes profetizaron que los judíos aceptarían las Escrituras y se convertirían al final de los tiempos. Las alegorías de la Iglesia y la Sinagoga, o las escenas de predicaciones, prefiguran este reconocimiento futuro del cristianismo. Sin embargo, la frecuente utilización de rasgos visuales segregadores y negativos para evocar la ceguera de los judíos contribuyó a acentuar su estigmatización y, con ello, dificultó la posibilidad de una reconciliación.
Fernando Gallego, Cristo bendiciendo, h. 1494-96.
Óleo sobre tabla, 169 x 132 cm
Madrid, Museo Nacional del Prado, P-2647. Fotografías José Baztán y Alberto Otero