Decapitación de san Baudilio

Decapitación de san Baudilio
El peregrino es fácilmente reconocible por sus ropas de viaje y, especialmente, por las enseñas de peregrinaje que vienen a ser las pruebas públicas del fin religioso y piadoso del camino. Constituían un código que todos conocían. No podemos olvidar, además, que en el zurrón del peregrino también viajaban algunas monedas que, en ocasiones, eran ofrendadas al santuario de llegada, como han atestiguado los hallazgos en la confessio de San Pedro del Vaticano.
Decapitación de san Baudilio, Lluís Dalmau, 1448
Sala 26