Conocemos gran parte de la fisonomía del antiguo retablo mayor de Sant Pere de Cubells, aunque fue desmembrado a raíz de la erección de un nuevo conjunto barroco y sus partes constituyentes fueron dispersadas. Era un mueble de técnica mixta: su cuerpo principal estaba conformado por un ciclo pictórico dedicado al apóstol, que debía de concluir con la tabla que nos ocupa, y se articulaba en torno a la talla del santo, atribuida a Pere de Sant Joan (Museu Frederic Marès), un escultor oriundo de Picardía (Francia). En el museo conservamos también un fragmento de la predela, es decir, la parte horizontal inferior del retablo, que estaba dedicada a los Gozos de la Virgen.
Conocemos gran parte de la fisonomía del antiguo retablo mayor de Sant Pere de Cubells, aunque fue desmembrado a raíz de la erección de un nuevo conjunto barroco y sus partes constituyentes fueron dispersadas. Era un mueble de técnica mixta: su cuerpo principal estaba conformado por un ciclo pictórico dedicado al apóstol, que debía de concluir con la tabla de la Crucifixión de san Pedro, conservada en el museo, y se articulaba en torno a la talla del santo, atribuida a Pere de Sant Joan (Museu Frederic Marès), un escultor oriundo de Picardía (Francia). Esta tabla es un fragmento de la predela, es decir, la parte horizontal inferior del retablo, dedicada a los Gozos de la Virgen.
Esta espléndida tabla procede de un retablo de grandes dimensiones del que no se conocen otras partes. En ella se representa el tema de la Adoración de los pastores, que aparecen arrodillados en el lado izquierdo, añadidos a los elementos habituales que conforman la escena de la Natividad. Centra la composición el Niño en un pesebre de madera, rodeado por el anciano José y la Virgen, que cruza las manos sobre el pecho en actitud de reverencia. Detrás de ella aparece una figura femenina que puede ser identificada como una de las parteras que, según la tradición apócrifa, la asistieron en el nacimiento.
La estructura y la temática de la tabla conducen a creer que, en origen, era el compartimento cimero de un retablo: tanto el remate superior puntiagudo como la figuración del Calvario son dos de las características más usuales en esta parte de los conjuntos góticos hispánicos. Como de costumbre, en la escena toma parte la guardia romana, las Marías y el Evangelista, que rodean al Crucificado. Llama la atención el bello pelícano, sobre el árbol que brota de la cruz, que es una metáfora de Cristo, de su Pasión y de la Eucaristía, ya que según la tradición, este animal se hería para alimentar a sus crías.
Desconocida hasta la década de 1990, es posible que esta tabla, de gran calidad y fuerte decorativismo, fuera el compartimento central de un retablo de dimensiones modestas. El tema que se representa, la Virgen con el Niño rodeada de ángeles, fue ampliamente cultivado con diversas variantes en el taller de los Serra, como denotan muy bien otras obras. Más allá del rostro abstraído de María, la imagen del Niño jugando con la flor encarna la humanización de los personajes sagrados propia del mundo gótico.
Esta espléndida tabla central y los dos cuerpos de predela con santos (que en su día debían de flanquear un sagrario) son las únicas partes conservadas de un retablo. Dedicado a la Virgen María, fue pintado para una de las capillas de la girola de la catedral de Tortosa, probablemente hacia la década de los años ochenta del siglo XIV. El compartimento de la Virgen con el Niño rodeados de ángeles músicos es una versión de gran delicadeza y refinamiento de un tipo iconográfico que gozó de una fortuna inmensa en la época. Pere Serra, el autor del retablo, perteneció a una familia de pintores que acabaron encabezando la pintura catalana de la segunda mitad del siglo XIV.