Al otro lado de la montaña donde se ubica nuestro querido Museu Nacional, encontramos el cementerio de Montjuïc, también conocido como “Cementerio Nuevo” o “Cementerio del suroeste”. Este surge como resultado del crecimiento urbanístico de la ciudad, y cuando los antiguos cementerios de las pequeñas villas, que más tarde formarían parte de la actual Barcelona, habían quedado limitados por el espacio. Inaugurado en 1883 y planificado por el arquitecto Leandre Albareda, el cementerio se alza imponente como una auténtica y gigantesca necrópolis, donde escultura y arquitectura se ponen al servicio de la muerte, la fama y lo eterno. En esta ruta recordaremos algunas de las grandes personalidades que descansan entre sus muros y nos acercaremos a las obras de artistas clave de nuestra historia como Eusebi Arnau, Rafael Atché, José Vilaseca, Enric Clarasó y, especialmente, Josep Llimona, entre otros.

Visita a cargo de Natalia Esquinas, doctora en Historia del Arte.