Cristòfol estuvo vinculado durante la década de 1930 a los grupos de la vanguardia local de Lleida y en 1936 participó de la exposición surrealista conocida con el nombre de Logicofobista, celebrada en la Galeria d'Art Catalònia de Barcelona. Partiendo de alguno de los postulados de los adalides del surrealismo, Cristòfol confirió una importancia especial a los materiales y los objetos de desecho o procedentes de su entorno cotidiano, que incorporó en el ámbito de la escultura elevados a la categoría de obra de arte.