Naturaleza muerta II
El escultor Juli González aprendió su oficio en el taller de metalistería que su padre tenía en la rambla de Catalunya. Instalado en París desde principios del siglo XX, se dedicó a la pintura y a la orfebrería, y no fue hasta finales de los años 1920 cuando optó definitivamente por la escultura y llegó a ser figura principal de las vanguardias europeas. Estimulado por sus amigos Picasso y Gargallo, pero gracias sobre todo a su trabajo, creó un lenguaje escultórico propio, fruto de su experimentación formal con el hierro. "Naturaleza muerta II" muestra su capacidad de combinar de manera magistral la materia y el vacío y para extraer insospechadas posibilidades expresivas de una simple plancha de hierro.
c. 1929
21 x 22 x 5 cm
Donación de Roberta González, hija del artista, 1972; ingreso, 1973
113441-000