A partir de 1936, González, preocupado por los acontecimientos de la Guerra Civil, hizo muchos dibujos que le sirvieron después para esculpir La Montserrat, que se ha convertido en símbolo de la mujer catalana, su dolor y su protesta contra la guerra, además de jugar un papel central en la obra de González desde los años 30 hasta el final de su vida.Pasada la guerra retomó el tema y se replanteó esta figura femenina, que grita contra la represión, la injusticia y la barbarie. Realizó dibujos, como el que ahora comentamos, que culminaron en una nueva escultura, Cabeza de la Montserrat gritando, que modeló en yeso y se fundió cuando el artista ya había muerto. Tanto en estos últimos dibujos como en la escultura se muestra la capacidad del artista para reflejar unos sentimientos que van más allá del planteamiento formal de la obra, su propio grito contra la injusticia de la guerra.
Figura canónica de la vanguardia escultórica catalana, la obra de Juli González también incluye incursiones en otras disciplinas como la pintura, la orfebrería y el dibujo. Su producción gráfica sobresale por el número de dibujos hechos al pastel, técnica que dominó a la perfección, y la adaptó, utilizando el color, para dar volumen y profundidad a sus composiciones. Aunque perteneciente a la etapa figurativa, este Autorretrato prefigura la dimensión experimental que distingue su manera de concebir el proceso creativo. Iniciado en 1910, este dibujo refleja un trabajo evolutivo que culminará en 1919, aunque la forma figurativa del retrato se podría datar entre 1914 y 1917.