El taller se identifica tanto con el «carácter» del artista moderno como con el «estilo» de su obra. Es el lugar de su recogimiento, de su inspiración, y también desde donde esa inspiración se expande al exterior. El taller quiere ser la imagen perfecta del refugio como centro del mundo. En las representaciones modernas del taller, de pintura o de fotografía, aparecen tanto el artista o el aficionado meditabundos, como el golfillo o la modelo descuidados y, en muchas ocasiones, un cuadro del que solo vemos el bastidor como símbolo del misterio de la obra siempre haciéndose, prerrogativa del artista.