Si hubo un lugar que en Barcelona representase una modernidad de raíz parisina, ese fue la taberna Els Quatre Gats (1897-1903), fundada por un grupo de artistas que había residido en París –Casas, Rusiñol, Utrillo– y propiedad de Pere Romeu, uno de los mayores protagonistas de la bohemia barcelonesa. Además de promover revistas y otras publicaciones, reunía a aficionados y artistas de varias generaciones, incluido el joven Picasso. Como en los locales de Montmartre en los que se inspiraba, se celebraban exposiciones, conciertos o espectáculos de títeres, justo en el momento de la invención del cine, del que Barcelona se convertiría en un gran centro de producción.