Alguien escribió que desvelar a Gala sería desentrañar el tablero surrealista que sin ella sigue incompleto. Nada más cierto. Gala no es solo clave en el desarrollo literario de su primer marido, Paul Éluard, quien cuando la conoce en Suiza, siendo muy jóvenes ambos, no sabe siquiera que quiere ser escritor. No es únicamente la que tras su viaje a Cadaqués en 1929, casada con Éluard, vislumbra las potencialidades de Dalí y abandona su vida parisina de éxitos con el poeta mimado del surrealismo por un joven catalán que no es nadie y con el que va a compartir vida y proyecto creativo.
Amante del pintor alemán Max Ernst; amiga de Crevel, Char o Joë Bousquet; fotografiada por Man Ray, Brassaï, Beaton, Schaal, Horst o Lacroix, odiada o amada, Gala es mucho más que la bella mujer ambiciosa, capaz de apartar del control de Breton a grandes artistas y escritores. Es más que su halo misterioso de rusa, con su biblioteca, sus rosas, recuerdo de Rusia, y un mundo exquisito que comparte con Dalí. Gala es una extraordinària escritora que colabora, además, en proyectos tan ambiciosos como Sueño de Venus y autora de varios objetos surrealistes expuestos y reseñados en la época. Gala es, así, más que musa y modelo. Es una artista y la coautora del proyecto creativo de Dalí. Lo reconoce el mismo artista en sus escritos y en la firma doble a lo largo del tiempo: Gala Salvador Dalí. Ha llegado, pues, la hora de otorgar a Gala el papel que le corresponde en ese viejo tablero surrealista.
En 1971, a través de un amplio reportaje fotográfico de Marc Lacroix en la revista Vogue, se mostraba al mundo el castillo de Púbol, el que desde el mismo momento en que se hizo público el proyecto se conocería como la casa de Gala, su espacio privado. El propio Dalí lo presentaba como un regalo de “amor cortés” a su esposa. Para aceptarlo Gala pondría una sola condición, recordaba el artista: Dalí solo podría entrar por invitación expresa de la propietaria.
En Púbol, Gala pasaría largas temporadas, reconstruiría sus recuerdos rusos y vaciaría los espacios frente a la acumulación de Portlligat. En la cripta del castillo sería enterrada y, sobre todo, encontraría la calma, el silencio y hasta la privacidad a los cuales sus manuscritos apelan y que contrasta con la exuberancia del marido.
Pero Púbol es mucho más que “la casa de Gala”, es más que esa habitación propia de Virginia Woolf donde Gala, la creadora, puede al fin encontrar su espacio. Púbol es más bien una especie de extraordinario objeto surrealista que representa la culminación del proyecto artístico a dos, Gala Salvador Dalí, incluso el más sofisticado de sus productos.
- Imaginando la habitación propia
Es tal vez en sus habitaciones privadas de Portlligat donde Gala ensaya la habitación propia como el objeto surrealista que luego Gala Salvador Dalí desarrollarán y perfeccionarán en Púbol. De hecho, y a pesar de que los dibujos para las reformas del castillo salen del lápiz de Dalí, a pesar incluso de algunos detalles extraordinariamente dalinianos del castillo, Púbol no es solo obra de Dalí: Gala tiene una parte muy activa en el proceso, como muestran las cartas y tantos rincones desnudos de la casa.
- Recordando: vestigios de Rusia
En el silencio de Púbol, Gala revive sus orígenes rusos a través de objetos, fotografías familiares y una biblioteca en cirílico. Elena Diakonova —luego, Gala— nace en Kazán en el año 1894, en una familia que le inculca la pasión por la lectura y que se traslada a Moscú, donde una adolescente Gala tiene la oportunidad de conocer a la entonces también joven poeta Marina Tsvietáieva —lo recuerda años más tarde Anastasia, la hermana menor de Marina—. Esos vestigios rusos la acompañarán hasta el final de su vida.
- El espejo de la dandi: la colección y la imagen
Junto a su pasado ruso —sus recuerdos y su biblioteca— Gala conservaba en Púbol otras colecciones que formaban la otra parte de su historia, incluso cierta pasión por los objetos que habitan el proyecto creativo Gala Salvador Dalí. Discos de Wagner, esculturas, peluches, libros dedicados por los principales escritores del surrealismo, junto con la ropa de grandes diseñadores —incluidos los tejidos diseñados por Dalí— conformaban el mundo de esta dandi que ensayaba su imagen en un juego performático.
En 1912 Gala llega al sanatorio de Clavadel —aquejada de una afección pulmonar, igual que tantos escritores y artistas de la época—. Allí conoce a Paul Eugène Grindel y se inicia una relación amorosa entre ellos, arropada por la pasión compartida hacia la poesía. De hecho, el joven no tarda en decidir su destino en buena medida animado por Gala: será poeta y firmará como Paul Éluard. Se separan, pero por poco tiempo. De vuelta en Rusia, Gala convence a su familia para poder cruzar el continente en guerra y llega hasta la casa del enamorado en París, con quien contrae matrimonio en 1917. Poco después nace su hija Cécile y juntos emprenden una carrera de éxitos, siendo Éluard uno de los poetas más queridos por los surrealistas.
¿Por qué entonces, al hilo del relato, no se vuelve a escribir la historia que circula y que habla de Gala como una simple musa? ¿No fue acaso Gala una influencia poderosa en el destino del gran poeta? ¿No fue la que le ayudó a descubrir su vocación más que la inspiradora de tantos bellos versos? Quizás la vida de Gala había empezado mucho antes de conocer a Éluard. Lectora infatigable desde la adolescencia, debió ser para el poeta más acicate creador que inspiración.
- Gala y el poeta
Si los versos que Éluard escribe a su esposa son extraordinarios, las cartas al joven marido descubren el espíritu refinado en la creación literaria de Gala. Esa prosa afianza la idea de una Gala cómplice intelectual y, sobre todo, lectora. La autoría se emborrona incluso un poco cuando en el prólogo de Dialogue des inútiles, de 1914, Gala presenta al poeta bajo el pseudónimo Reine de Paleùglnn: “No deben asombrarse de que una mujer —mejor dicho una desconocida— presente este pequeño volumen al lector”.
- Los amigos del poeta
En París, junto con el poeta Éluard, Gala tiene ocasión de conocer a todos los grandes creadores próximos al surrealismo, que la miran a veces con recelo —es el caso de Breton, quien descubre en Gala a una rival—; otros, como una mujer práctica —Giorgio de Chirico, que le pide que sea su marchante—; a veces, desde la amistad tierna compartida con Crevel o con la pasión del pintor Max Ernst. Sea como fuere, la bella e inteligente rusa no deja a su paso indiferencia, aunque se camufle tras sus silencios.
Desde su encuentro en 1929, Gala y Salvador Dalí no se vuelven a separar jamás. Compartirán una vida entera y, más aún, un proyecto creativo que el mismo Dalí rubrica en una firma donde se resume esa autoría compartida que, pese a todo, la historia nunca se ha querido plantear en su justa medida. De hecho, si la producción artística del propio Dalí tiene mucho de performativo, siendo el personaje y la obra pictórica y literaria dos caras de la misma moneda, ¿por qué no aceptar cierta coautoría de Gala en dicho proyecto creativo daliniano, la misma que reconoce el propio Dalí en la citada firma y en algunos de sus textos?
Si se puede considerar el proyecto Gala Salvador Dalí como un proyecto en esencia conceptualizante, la presencia de Gala en dicho proyecto trasciende el papel de musa, igual que lo había trascendido en su relación con el primer marido, Paul Éluard. La colaboración entre Gala y Dalí se manifiesta, así, en un espacio mucho más sutil que el acto del pincel. En su juego de espejos, se complementan y se completan. Se reflejan.
- Gala y Dalí
Cuando Gala y Dalí se conocen surge entre ellos una poderosa atracción que dura hasta la muerte de la mujer. “Ella ya estaba allí. ¿Quién? No me interrumpan. Dije que ella estaba allí, y esto debería bastar. Gala, la mujer de Éluard. ¡Era ella! ¡Galuchka Rediviva!”, se lee en La vida secreta de Salvador Dalí. Dalí se aparta de la familia, de los amigos, de su lengua materna… y juntos desarrollan unas extraordinarias complementariedades: Gala aporta el sentido práctico tras el cual enmascara obstinada sus dotes creadoras.
- Gala Salvador Dalí
Pese a la obstinación de Gala por esconder sus dotes creadoras tras el éxito y el brillo de Dalí, no cabe duda de su participación directa en el gran proyecto creativo Gala Salvador Dalí, que culmina en Púbol como último gran objeto surrealista a dos. Como se recuerda en un manuscrito relacionado con La vida secreta de Salvador Dalí a propósito de Gala: “Desde entonces, colaboró estrechamente en la evolución ideológica de Dalí, y es ella quien archivó y corrigió todos esos textos tan extensos que constituirán varios volúmenes”.
- La mirada de la dandi:
autorretratos y autobiografías Como los dandis, Gala crea a través de la mirada una obra de arte que es más proceso que producto. Además, es autora de objetos surrealistas, textos o esbozos y sobre todo es, como se ha venido mostrando, coautora de parte del proyecto creativo Gala Salvador Dalí. Se podría entonces aventurar cómo es ella la que elige la imagen a través de la cual quiere presentarse y, sobre todo, representarse. Es posible diseñar el propio autorretrato sin ser autora de una obra pictórica tangible.