
Riquer opinava que “la orla es de exquisito gusto y el dibujo central de idealidad encantadora; la portada en rojo y negro es de un dibujo fácil, es la obra de un artista que domina la forma á voluntad, y en todo el libro campean el gusto y la severidad que Bell ha heredado de los artistas del Renacimiento italiano, sin que nunca abdique de su fuerte personalidad”.