Historia del arranque de las pinturas

La parte más importante de la colección de pintura mural del museo se reunió en una operación llevada a cabo entre los años 1919 y 1923. Se había descubierto que las pinturas románicas de la iglesia de Santa Maria de Mur, en el Pallars Jussà, se habían vendido y se estaban arrancando del muro. Se consideró que el resto de la pintura mural románica catalana estaba en peligro. La actuación decidida de la Junta de Museos y de Joaquim Folch i Torres, en aquel momento director del museo, dio un giro a la situación. La actuación decidida de la Junta de Museos y de Joaquim Folch i Torres, en aquel momento director del museo, dio un giro a la situación. Entre la tardor de 1919 i 1923, es van adquirir les pintures, es van arrencar del seu suport original, els murs de les esglésies, i es van traslladar a Barcelona, on es van fixar en un altre suport i es van preparar per ser exposades al museu.

Gairebé totes les pintures murals romàniques del museu es van arrencar amb la tècnica de l’strappo, és a dir, només es va extreure la capa pictòrica i es va deixar l’arrebossat a la paret d’origen. En el proceso técnico de pintar al fresco sobre el muro, los pigmentos se aplican en el muro encima de una capa de mortero que todavía está húmeda. Cuando el mortero se seca, los pigmentos cristalizan junto con el mortero. En Cataluña, los pigmentos más utilizados en la época románica eran las tierras naturales de origen pirenaico: hematites para el rojo o aerinita para el azul. En casos excepcionales se utilizaban de importación, como el lapislázuli y la azurita para el color azul.