Mey Rahola fue una de las pocas fotógrafas que contó con el reconocimiento de los círculos fotográficos catalanes durante la Segunda República española. En un entorno que todavía era rígidamente patriarcal, formó parte de las mujeres de su generación que entraron con decisión en espacios hasta ese momento reservados a los hombres. Aficionada tanto a la fotografía como a la vela, Rahola se identificó con el ideal emancipador de la «mujer moderna» y desafió los roles de género tradicionales. Abierta a todo, emprendedora e irónica cuando era necesario, practicó una fotografía moderna con la que contribuyó a renovar los modos de ver un mundo en acelerada transformación.
Esta exposición es el resultado del rescate de su archivo y de la recuperación de la historia de una fotógrafa que vio cómo la Guerra Civil y su posterior exilio en Francia truncaban una carrera que apenas comenzaba. Pese a que su nombre y su obra han permanecido en el olvido durante más de ochenta años, Rahola quiso legar una obra de artista, ordenada y firmada, que ahora se presenta por primera vez en una exposición retrospectiva.
Hija de padres ampurdaneses, Remei «Mey» Rahola de Falgàs nació en León y creció en Madrid, aunque pasaba los veranos en Cadaqués. En 1921 se casó con el jurista y político republicano Josep Xirau Palau, con quien vivió en Sevilla y en Roma antes de instalarse en Barcelona, donde, hacia 1932, empezó a tomar fotografías. Enseguida proyectó su fotografía más allá de la afición doméstica. Su obra fue reconocida con premios, exposiciones y publicaciones, en especial por parte de la Agrupació Fotogràfica de Catalunya, la institución de referencia de la época.
Con una mirada vitalista y expresiva, formó parte del grupo de fotógrafos catalanes que adoptaron algunos recursos visuales de las vanguardias fotográficas, como las composiciones en diagonal, los motivos descentrados, las perspectivas en picado y contrapicado, y la búsqueda de nuevas formas y geometrías a través del objetivo de la cámara.
El golpe de estado militar de 1936 y el estallido de la Guerra Civil trastornaron un inicio de carrera prometedor. Rahola colaboró puntualmente con la propaganda republicana, al tiempo que tomaba fotografías que incidían en las contradicciones de la guerra, como La cola del pan. La victoria franquista forzó a la familia a exiliarse en Francia, en Lyon, donde su experiencia previa le permitió profesionalizarse como fotógrafa y mantener a los suyos durante los difíciles años de la Segunda Guerra Mundial.
Al llegar la paz, en 1945, Rahola abandonó su vida profesional y se trasladó a Vaucresson, cerca de París, desde donde viajó regularmente y llevó una vida muy independiente. La libertad de la aficionada, sumada a la experiencia de la profesional, dio a las fotografías de esos años una gran versatilidad estilística, entre la fotografía humanista, la fotografía de moda y un cierto formalismo geométrico. Tomó fotografías hasta su muerte, el 17 de agosto de 1959.
Las circunstancias adversas de la historia y su condición de mujer, madre y esposa condenaron a Mey Rahola a un inmerecido y largo silencio, pese a su pasión continuada por la fotografía y su capacidad evidente de adoptar y renovar los lenguajes visuales de su tiempo.