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Retrato de Inocencio X (copia de Velázquez)

Etiquetas museo: 
Arte Moderno
Ubicación: 
Obra no expuesta
Etiquetas sociales: 
Sin etiquetas
Colección: 
Dibujos
Artista / Creador / Autoridad: 
Marià Fortuny

Tradicionalmente, la práctica de realizar copias de otros autores siempre ha sido denostada al ser considerada un tipo de actividad contraria al principio de la originalidad del acto creativo. Sin embargo, uno de los elementos que caracterizó a la vida artística de Fortuny fue la predilección por la realización de copias de obras de los grandes maestros, mayoritariamente pertenecientes a la tradición pictórica occidental, especialmente las de los representantes de la escuela pictórica española. Su devoción por el trabajo de los pintores más canónicos, entre los que debemos destacar la veneración que siempre sintió por la obra de Velázquez, debe interpretarse como un permanente tributo de respeto y homenaje a aquellos creadores en los que siempre se va reflejar y quiso emular. Más que imitar, las copias de Fortuny deben interpretarse como un gesto de reconocimiento y una manifestación de su deseo de aprendizaje, de crecer cogiendo impulso a partir del estudio y la asimilación de las fórmulas gestadas por unos pintores con los que él se identificó. En realidad, la máxima aspiración del reusense fue poder formar parte de esta gran cadena creativa.

Al fin y al cabo, en un momento relativamente temprano de su carrera, en 1862, en la ciudad de Roma, ya había hecho una copia parcial del retrato del Papa Inocencio X que había pintado Velázquez y que formaba parte de la colección de la galería Doria Pamphilj. Realizada en la acuarela, la obra permite comprobar un alto dominio de la técnica, como ya había podido demostrar con la realización, un año antes, del Contino, y documenta el interés que, entre la colonia de artistas extranjeros, residentes en la ciudad, generó la pintura de Velázquez, hasta el punto de convertirse en una cita obligada para todos aquellos viajeros que visitaron Roma. La composición velazqueña se convirtió en un icono muy venerado porque era una de las escasas obras que del sevillano podían verse y también por considerarse una tipología de retrato muy canónico.

 

Datación: 
1862
Dimensiones: 
48,5 x 42,5 cm

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Adquisición: 

Depósito de la Generalitat de Catalunya. Colección Nacional de Arte, 2017

Núm. de catálogo: 
251849-000